Energía obscura

En estos últimos tiempos se habla mucho de la energía obscura y de la materia obscura. Astrónomos, cosmólogos, científicos tratan de encontrar alguna pista que les lleve a un punto clarificador para avanzar en este camino.

Parece obvio que cuando se habla de energía y materia salga el nombre de Einstein pero en este caso, Einstein queda lejos, pues sus formulaciones y ámbitos de influencia están más ceñidos a lo práctico y a lo físico

Por otra parte, energía y materia, si no se refieren a lo físico, ¿a qué debería referirse?

Desde hace tiempo se está intentando ya no descubrir qué es lo que se le ha venido a llamar "energía obscura" y "materia obscura" sino tan sólo en notar sus efectos. Efectos que supuestamente se le atribuye a la cosa "obscura", pues ni los efectos están totalmente definidos -sino que cualquier cosa dudosa sin explicación clara ya es susceptible de ser efecto de esas cosas "obscuras"- ni se entiende que pueden tener otra causa que la supuesta.

La propiedad de la materia o energía obscura es que no se nos muestra de ninguna manera ni a nuestros sentidos ni a nuestros instrumentos. Más bien diríamos que nos muestra una ausencia de propiedades. Entonces, ¿qué es lo que nos hace pensar en algo que sólo podemos imaginar pero no podemos ni definir ni percibir? La necesidad de resolver un misterio. El misterio de por qué los cuerpos celestes no se desperdigan por el espacio del universo sino que se mantienen ligados, unidos, como cuando manejamos una cuerda con una piedra atada a su extremo y la hacemos girar. Hay que decir que la gravedad no es suficiente para mantener a los cuerpos celestes en la configuración actual.

Los científicos suponen que para que esto sea así debería haber algún tipo de material "obscuro" -omito decir energía y materia obscura, pues vendría a ser lo mismo- que no pueden ni detectar ni decir cuáles serían sus propiedades. Pero en su suposición especulan con que este algo debe ser físico, pues al fin, todos ellos son físicos. Pero evitan deliberadamente mirar hacia otro lado.

Sabemos que el universo sigue expandiéndose aceleradamente y deseamos saber que alguna fuerza está actuando como contención a una expansión desmesurada, caótica. Descubierta o no, intuida o no, supuesta o no, esta fuerza está. Así como la responsable de la expansión acelerada. Para esta otra tampoco se tiene respuesta.

Se dice que el que busca, encuentra. Condición necesaria es buscar donde no se busca. Seguramente allí se puede encontrar respuestas.

Esta energía obscura y esta materia obscura que se necesita encontrar porque dará explicación a problemas teóricos y prácticos, no solamente debe buscársela en el espacio, en las estrellas, en las galaxias sino que está en todas partes. Aquí mismo también. Es como buscar aire lejos, en las alturas, el aire está aquí abajo también.

La energía obscura y la materia obscura están aquí abajo y tampoco se llega a detectar. Quizás es que no sean energía y materia física como la conocemos, como esperamos que sean.

Los jugadores de ajedrez aman el movimiento del caballo porque permite accionar más allá de las fronteras y en un alarde de valentía, salvando escollos pueden pisar ese terreno desconocido y tomar posesión de nuevos lugares. Aparte de que su radio de acción es de lejos el más versátil.

Es necesario dar un salto de caballo y poner un pié en lo desconocido -por los científicos- para entender por qué no se nos muestran esas energías y materias obscuras. Es necesario unir, juntar dos disciplinas para lograr una comprensión global. Es necesario sumar el conocimiento del mundo físico y del mundo suprafísico.

Se admite que la materia del universo sólo puede detectarse o explicarse alrededor del 5% quedando el restante 95% en una inexplicación. Pero se intuye que este 95% es responsable de los efectos descritos anteriormente. Un salto de caballo abrirá nuevas puertas, nuevas vías, nuevos caminos que permitirán entender la globalidad del universo. No facilitará por ahora la percepción, medición y manipulación de esta energía y materia obscura pero permitirá que la suma salga.

Nuestro bastante conocido universo físico, mundo físico, plano físico, como guste llamarlo, está rodeado, inmerso en substancias más sutiles que la más sutil que podamos percibir con nuestros instrumentos. Ni, por supuesto, con nuestros sentidos físicos. Este gran volumen de materia física que conocemos como universo está embebido en una substancia, energía, materia que lo engloba como un pez está dentro del agua, como el agua está dentro del aire, como el aire está dentro del éter.

No es difícil imaginar substancias sutiles, finísimas que están dentro de un cuerpo más rugoso, poroso, denso. Recordemos el espacio abismal que existe entre un átomo cualquiera y sus electrones. Allí cabe otro universo.

Tampoco debería ser difícil imaginar por qué no percibimos la materia que se mueve a más velocidad que nuestra pobre luz física, simplemente porque deja de ser luz física y no puede ser vista por nuestros limitados ojos ni medida por ningún instrumento físico, sólo intuida, pues sólo un instrumento con menor longitud de onda que lo que quiere medir puede percibir tal cosa.

Como el pez encerrado en su pecera estamos encerrados en un sistema físico y sabemos que para hacer mediciones de un sistema debemos estar fuera del sistema. Podemos intuir, imaginar pero no medir. Aún no. Hasta que se dé el salto del caballo. Hasta que se entienda que nuestro universo es como un pez inmerso en otra substancia que no percibe.

Deberían juntarse científicos físicos y científicos suprafísicos. Los primeros conocen, saben cómo es el pez. Los segundos conocen -figuradamente- como es el agua donde está el pez, cómo es la parte desconocida de nuestro universo, un universo suprafísico formado de energía y materia suprafísica que no pueden ser percibidas desde el plano físico. Tardará siglos en que pueda percibirse tímidamente por medio de instrumentos la existencia de "lo suprafísico". Mientras, científicos suprafísicos pueden adelantarnos las propiedades que reinan en este medio que nos rodea, donde estamos embebidos.

Sabemos que el ser humano tiene más de cinco sentidos pero que aún no han sido desarrollados todos, aún no ha llegado el momento. La necesidad crea la función y la función crea el órgano. El sentido, en este caso. Uno de ellos es el sentido de la percepción suprafísica que pocas, escasas personas tienen. Como siempre, lo escaso, lo nuevo que aún no está definido y medido por la ciencia se descarta como falso o inexistente pero estar, está. Quieran, guste o no, está. También hay que decir que hay médiums que por su poca fiabilidad -sin saberlo o sabiéndolo- deben descartarse. Pero este sentido mejorará con los tiempos venideros y el grano superará la paja.

En otras páginas de esta web se describe cómo es este universo suprafísico que los científicos físicos no pueden encontrar. Porque lo buscan dentro de la pecera y está fuera de la pecera. Necesitan un caballo.

 

 

Mejores fuentes: grupoelron.org, jorgeolguin.org