Culpables
¿Culpables? ¿De qué?
Se nos hace culpables de todo. Para empezar, de ser portadores del pecado original que no existe.
Si hemos caído en un entorno o familia pobre en recursos, culpables por no levantar cabeza además de tener que subsistir.
Si hemos caído en familia rica, culpables de no tener demasiados problemas o ninguno mientras que otros justo subsisten.
Si nos ha tocado un cuerpo no demasiado brillante, culpables de no saber soportar los desprecios sociales que caerán sobre uno.
Si el cuerpo en suerte es bueno y bonito, culpables de vivir para el ego y para el disfrute físico que nos puede proporcionar.
Dicen los Maestros que al encarnar podemos elegir planeta, región, familia y sexo. Ahora no vamos a hablar -o quizá más tarde- de que los Maestros acostumbran a encarnar en entornos sociales desfavorecidos donde podrán ofrecerse para ayudar a otros, ahora hablamos del común denominador, del 99% de entidades que no son de Luz y que encarnan cada uno por sus propias razones: los de los planos 2 y parte baja del 3 para expoliar al otro, la parte media del 3 para pasar unas vacaciones en el plano físico y la parte alta del 3 para intentar evolucionar y crecer espiritualmente.
Dicen los Maestros que el plano físico es como un pozo gravitatorio donde hay más posibilidades de involucionar que de evolucionar. Cuando digo involucionar me refiero a que hay más elementos para llegar a retroceder espiritualmente que para avanzar.
Quizá por ello, muchos Maestros, pudiendo elegir encarnar -como todas las entidades espirituales pueden- prefieren ofrecer su servicio desde su plano con lo cual tienen algunas posibilidades de que el servicio pueda ser llevado a cabo sin el peligro que les supondría encarnar para llevar a cabo una misión sin corromperse en el plano físico.
No obstante, hay entidades Maestras y de Luz que se atrevieron -y en este presente también las hay- a arriesgar su evolución en favor de una misión que llevan a cabo en la arena del plano físico, esto es; dedican, se juegan, su estancia aquí para favorecer, ayudar y hacer crecer a otros. No en vano son entidades Maestras y de Luz. No vienen a pasar unas vacaciones en el plano físico para probar diversas experiencias, tumbarse al calor de la estrella y aparearse sino que deciden 'gastarse' una vida en ayudar a los demás poniendo su tiempo de encarnados a disposición de los demás. Honrosa, digna, loable y valiente decisión. El ejemplo más conocido es el del Maestro Jesús pero no hay que olvidar a otras entidades como Siddhartha, Ketter y otros que decidieron vivir una vida no para sí sino para los demás.
Una vez encarnados todos jugamos con las mismas reglas: No hay memoria reencarnativa, no recordaremos quien somos ni a que venimos, estaremos supeditados a un cuerpo físico que será el que nos caiga en parte por genética y en parte por suerte, aprenderemos lo que por crianza nos den como bueno y como malo y seremos introducidos en una sociedad donde acabaremos siendo un humano si es en Sol 3 o quizás anfibio si encarnamos en otro planeta, Robnor por ejemplo.
Y nos preguntaremos: ¿Dónde está mi libre albedrío? ¿Cómo puedo manejar mi vida estando en un entorno que me maneja? ¿Cómo puedo escaparme de ser manejado? Bien, hay cosas de las cuales uno no podrá escaparse por ejemplo asumir las costumbres que la sociedad nos va a imbuir, hay otras que uno sí podrá manejar, por ejemplo elegir sus amistades, sus actividades y habrá otras cosas -pocas- a las que podrá vencer, como los roles del ego.
Este pozo gravitatorio que es el plano físico -el plano físico está formado de energía en su más baja vibración- tiene tendencia a estropearlo todo, de llevarlo todo a su estado más entrópico. De hecho, no es el plano físico quien lo estropea todo sino que somos los que habitamos en él, los que hemos encarnado en él, que no recordando quien somos, de donde venimos y cual era nuestro proyecto intentamos 'salir adelante' como podemos machacando a los demás, desoyendo a nuestro yo superior, a nuestro Maestro y a nuestro ángel y con la nefasta influencia de nuestros propios egos y de los espíritus del Error que están al acecho.
De todas maneras la ayuda del yo superior, de nuestro Maestro guía y nuestro ángel -llamado de la guarda- a veces no es suficiente para no caer en las trampas de este mundo físico que nos envuelve y nos arrastra a las profundidades y a las bajas vibraciones, dado que la mayoría de encarnados mientras son o habiendo ya sido arrastrados pretenden, intentan, consiguen arrastrar a otros para satisfacer el ego con el cual ya encarnaron o el que se han generado. Hay que ser -en lenguaje hablado- un 'super' para estar por encima de las 'tentaciones del mundo terrenal' -como trágicamente se dice- para poder llevar a cabo algo más elevado y no todo el mundo es un 'super', noventa y nueve de cien no sabe de donde viene, ni quien es ni cual es su proyecto si es que lo prepararon en su plano.
Para conseguir realizar algo decente en este plano físico, primero debe tenerse un buen proyecto, una misión para realizar, que se habrá preparado en el plano suprafísico que a uno le corresponde, cosa que ya elimina a un buen tanto por ciento de entidades porque muchas de ellas encarnan para sentir, notar el plano físico y disfrutar. Por otro lado difícilmente una baja entidad va a elaborar un proyecto elevado, al decir elevado me refiero a venir en misión de servicio, de ayuda, de atención, de contención al prójimo. No se sabe de ninguna baja entidad que haya encarnado y trabajado para los demás sino que sólo Maestros de la talla de Jesús, Buda, Johnakan y otros de su altura espiritual lo hicieron, y ellos eran planos 4 y 5.
Después, si el entorno es propicio, deberá trabajarse este proyecto suponiendo que el yo superior y las otras entidades guía consigan que el encarnado les perciba. Pero se debe seguir siendo un 'super' para percibirlos. De hecho, hay entidades que han tenido más facilidad que otras en inducir conceptos a su 10% encarnado facilitando en alguna medida la recepción de 'recuerdos' acerca del propósito para el que se ha encarnado.
¿Qué ocurre si no somos un 'super'? ¿Qué ocurre si no somos una alta entidad? ¿Qué ocurre si no teníamos un proyecto digno de ser ofrecido a los demás? Pues en el mejor de los casos ocurre que vamos a tener una vida estándar, vamos a ser unos encarnados normalitos a los cuales los nacen, les llevan a la escuela, les enseñan de qué va la vida, cómo funciona el mundo, por dónde circular, trabajar en algo, como comportarse en un restaurante, casarse, niños y en casos peores serán instruidos en cómo sobresalir, en como sacar ventaja sobre los demás, cómo aprovechar las fisuras de las leyes, de cómo pasar por este plano físico arrasándolo todo para su provecho, etc. Total, si nacimos normalitos, podemos acabar siendo unos perdidos, gastar una vida que podría ser empleada para elevarse y al final por muy poca cosa nos podemos encontrar destruidos por los roles del ego y por engramas, y físicamente, moralmente y espiritualmente tirados en una cloaca.
Ha habido también casos en que una alta entidad con los mejores proyectos ha elegido encarnar en determinado lugar, familia, etc., y al cabo de un tiempo su entorno cambia por circunstancias familiares o por guerras entre países y acaba teniendo una crianza no esperada que le induce a cometer despropósitos tales que le hacen bajar de nivel perdiendo tan preparada y esperada encarnación donde planeaba misionar en favor de otros. Dicen los Maestros que ser una alta entidad no es garantía de nada. En el plano físico todos podemos fracasar.
¿Somos culpables de nuestro fracaso? ¿Somos culpables de no ser una alta entidad? ¿Somos culpables de que el entorno cambie a pesar nuestro?, ¿de que el camino se nos tuerza delante nuestro? ¿Somos culpables de que nuestro proyecto fallara por causas ajenas? ¿De qué somos culpables entonces? Supongamos que no somos culpables o responsables de nuestro destino. ¿Son los demás los culpables de nuestra suerte? Curiosamente, cuando algo nos sale bien decimos que ha sido por mérito propio, en cambio si sale mal rápidamente argumentamos la mala suerte, decimos que los demás han entorpecido el proyecto, han puesto palos en las ruedas, vaya; todo lo que se le ocurra a nuestro ego.
¿Debemos excusarnos de no ser una alta entidad?, ¿de no haber venido aquí en ayuda del otro y sí a seguir la corriente y a vivir la 'dolce vita'?, ¿de no tener la fuerza de decidir la propia vida y acogerse a una vida estándar? ¿No deberíamos ser como somos sino diferentes? A nadie se le obliga superar un listón, a nadie se le exige ser diferente, cada uno debe esforzarse por su propia evolución como entidad espiritual y encarnada cuando sea el caso y después ofrecer, ofrecerse, para que los demás puedan conseguir la suya dentro de las posibilidades de cada uno.
No debemos excusarnos de nada. Dice Eón que todos somos importantes. ¡Es cierto que lo somos porque somos una partícula de Él! Nada menos. Para Él no hay culpables, sólo entidades que se esfuerzan en el servicio, que aceptan que en cada vida puede haber contratiempos pero que como poco deben servir de experiencia, de aprendizaje, que hacen lo que pueden en este pozo gravitatorio que es el plano físico.
Si para Él no hay culpables, ¿quién nos culpa?, ¿de qué nos culpan?, ¿de qué somos culpables? Culpa es un concepto de nuestro plano físico y viene dado por estar por debajo de un determinado listón, de un determinado nivel que califica, valora, cuantifica una determinada ejecución y que alguien ha definido previamente. Entonces, resulta que uno es culpable si está por debajo de un nivel subjetivamente establecido.
¿Quién establece el listón, el nivel? Si no es Eón -y no lo es- somos nosotros, los seres humanos. Con nuestra limitada visión de las cosas físicas, con nuestra ceguera espiritual nos atrevemos a poner límites que no deben ser rebasados algunos por encima y otros por debajo so pena de ser acusados y castigados por aquellos que han establecido esos límites.
Todas las religiones, habiéndose establecido unilateralmente como los únicos y autorizados para mediar con la autoridad espiritual que les conviene, han impuesto a sus seguidores límites al pensamiento, a los deseos, a la expresión, y a las actividades, regulándolas como les ha interesado y decidiendo arbitrariamente quien es culpable y de qué.
Entonces, si Eón nada nos impone, ¿vamos a aceptar de los demás la culpabilidad que pretenden imponernos? No. Y si es que hay que responder delante de alguien será ante nosotros mismos en primera instancia en caso de que nos hayamos fallado y luego a Dios, pero no para responder ante Él de estos fallos -porque Él no nos acusó de nada porque tampoco nos culpó- sino para pedirle que nos dé capacidad, conocimiento y sabiduría para no repetirlos. Y al no perder tiempo tropezando con las mismas piedras usaremos ese tiempo para allanar el camino de los demás.
Si sólo tuviéramos una vida para vivir y no la pudiéramos aprovechar de acuerdo con nuestro proyecto de servicio y evolución, sí que podríamos alegar mala suerte pero en la infinidad de vidas que Eón nos 'regala', el que en verdad haya querido superarse a sí mismo para él y para los demás, seguro que ha tenido oportunidades de conseguirlo. Pero los que llegarán al final limpios de polvo y paja culpando a los demás de su propia dejadez, abulia o alegando cualquier otra excusa ¡je!, la mala suerte, los palos en las ruedas, etc... quizá sí deberán preguntarse si son culpables de algo.
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